- DECRETO DE 26 DE JULHO DE 1.822
Suspende o Alvará de 22 de outubro de 1821, no porte em que concede à Irmandade do Santo Cruz desta Cidade o levantar prédios no terreno de que está de posse, desde o lgreja do mesmo Irmandade até o mar.
Tendo-Me representado a Câmara desta Cidade os inconvenientes que resultariam da inteira execução do Alvará de 22 de outubro de 1821, pelo qual fui servido conceder à Irmandade da Santa Cruz a continuação da posse em que já estava tanto do terreno em que se acha situada a Igreja da mesma Irmandade, como do que continua até o mar, com a faculdade de poder ali edificar em seu benefício:
Hei por bem, atendendo ao cômodo público, que muito sofreria se não se conservasse desembaraçada aquela parte da praia, suspender a execução do referido Alvará, na parte somente em que autoriza a Irmandade para levanta,. prédios no indicado terreno; ficando em tudo o mais em seu inteiro vigor.
José Bonifácio de Andrada e Silva, do Conselho de Sua Majestade e do Meu Conselho de Estado, Ministro e Secretário de Estado doe Negócios do Reino e Estrangeiros, o te ha assim e te - dido, e faça executar com os despachos necessários. Paço, em 26 de julho de 1822. Com a rubrica de Sua Alteza Real o Príncipe Regente. José Bonifácio de Andrada e Silva.
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Um pouco de literatura:
- El mar reía. Bajo el soplo ligero del viento cálido, se estremecía y se rizaba, reflejando deslumbradoramente el Sol, sonriendo al cielo azul con miles de sonrisas de plata.
En el ancho espacio comprendido entre el firmamento y el mar resonaba el rumor alegre y continuo de las olas, que lamían sin cesar la orilla. Ese rumor y el brillo del Sol, miles de veces reflejado en la superficie rizosa del mar, se armonizaban en su movimiento constante y lleno de júbilo.
El Sol se regocijaba de brillar; el mar, de reflejar su brillo triunfante. Amorosamente acariciado su pecho de seda por el viento, y al calor de los rayos ardorosos del sol, el mar, lánguido y suspirante bajo la ternura y la fuerza de aquellas caricias, impregnaba de sus efluvios la atmósfera cálida.
Las olas verdosas sacudían en la arena amarilla sus soberbias crines de espuma, y la espuma se deshacía, con un ruido suave, en el suelo seco y ardiente, humedeciéndolo.
La playa, estrecha y larga, parecía una enorme torre derribada en el mar. Su punta penetraba en el infinito desierto del agua rutilante de sol, y su base se perdía a lo lejos, en la bruma espesa que ocultaba la playa.
El viento traía de allí un denso olor, ofensivo y extraño en medio del mar puro y sereno y bajo el cielo de un azul límpido. - MÁXIMO GORKI - Malva.
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