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sábado, 2 de julho de 2022

República Dominicana, donde la vida fluye por el río infinito






En la República Dominicana, el país que atesora algunas de las mejores playas del Caribe, los habitantes sienten sin embargo una auténtica devoción por los ríos. Es en los arroyos, afluentes y riachuelos donde se celebran las grandes fechas que marcan una vida, donde se come, se baila y se bebe. El fotógrafo Juan Manuel Díaz Burgos ha captado la esencia de “esos lugares que invitan a olvidarse de todo” en su proyecto Fluye, que se expondrá en el Palacio Consistorial de Cartagena desde el 8 de julio. Las fotografías, realizadas de 2009 a 2019, son una celebración y un homenaje al agua, el elemento que todo lo arrastra o por el que todo fluye.

MARGARYTA YAKOVENKO JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS


Son el río Barrabás, el río Muñoz, el río Imbert, La Piragua, Palo Bonito, Arroyo Salado, el Bellavista, el Oza¬ma, el Guayabín…, pero para el fotógrafo Juan Manuel Díaz Burgos (Cartagena, 70 años) son todos El Río. En mayúsculas. Lo descubrió en 1997, cuando Díaz Burgos viajó a la República Dominicana para llevar unos do¬cumentos a unos amigos. En ese viaje tuvo que cruzar un puente, uno de tantos del país, el río que corría de¬bajo le cautivó y le hizo lo que él llama “una foto mental”. Ese registro que quedó solo en su cerebro empezó a germinar hasta convertirse, 12 años después, en el principio de su proyecto Fluye, un trabajo al que Díaz Bur¬gos le ha dedicado 10 años de su vida y que se expone desde el 8 de julio en el Palacio Consistorial de Cartagena (Murcia) encuadrado en el festival La Mar de Músicas. “Me encontré con la pasión que el dominicano tiene por sus ríos. Pueden tener las mejores playas del mundo, que las tienen, pero sienten auténtica devoción por el río”, sostiene el fotógrafo. En sus instantáneas capta la vida que los dominicanos desarrollan alrededor de ríos, arroyos, afluentes y balnearios naturales. Bailan en sus orillas, toman ron y cerveza fría, comen la bandera dominicana (plato típico de la región), lavan a sus caba¬llos de labranza o la ropa, celebran sus fiestas más importantes o, incluso, se bautizan. Todo ocurre en el río o en torno al río. Las imágenes están todas impregnadas de un sentimiento de libertad y comunión con lo natural. “¿Qué es el paraíso si no esto?”, se pregunta Díaz Burgos. La vida misma fluye con la fuerza del agua en un río infinito que todo lo baña.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Cuando Díaz Burgos llegó al balneario de Los Patos, en Barahona, se encontró con la celebración de un cumpleaños infantil. A un lado, el río, y al fondo, el mar Caribe.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Un niño surca las aguas del río Muñoz, en Puerto Plata.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Familias en el balneario El Manantial del río Fula, en Bonao, durante un aguacero.JUAN MANUEL DÍAZ BURGOSUn padre y su hija, en el río San Marcos, en Puerto Plata.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
“Hacer este trabajo fue una alegría y un reto”, confiesa el fotógrafo. En la imagen, niños saltan al canal Semana Santa, en el río Nizao.JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Un joven con cangrejos, en la desembocadura del río Aguas Negras, en Puerto Plata.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
En las orillas de sus ríos, los dominicanos bailan, beben y comen, como esta familia en Bayaguana, Monte Plata.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
El río todo lo arrastra o todo lo baña. “Siempre voy buscando la relación entre el hombre y la naturaleza”, asegura Díaz Burgos. En la foto, un joven en el salto de Bayaguana, Monte Plata.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
La Toma (San Cristóbal), un balneario natural de agua dulce de río.JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Un niño chapotea en las piscinas del río Nizaíto, en Paraíso.
JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS

Fonte: EL PAIS 

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