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quarta-feira, 31 de outubro de 2012

RINOCERONTE VIRA VÍTIMA DA SUPERSTIÇÃO DOS BROCHAS - PÓ DO SEU CORNO VALE MAIS QUE OURO



Crónica negra



Afrodisíaco sangriento

Por: Javier Valenzuela 



A comienzos de octubre, Deon Meyer estuvo en Madrid presentando Safari sangriento, su última novela traducida al castellano. Los amigos de RBA, su editorial en España, me propusieron que conversara públicamente con el escritor sudafricano en La Central de Callao. Acepté encantado. Amén de un estupendo novelista policiaco, Meyer es un tipo cordial y dice cosas muy interesantes sobre un montón de temas; por ejemplo, sobre la relación entre el auge actual del thriller y la decadencia del periodismo de investigación. El género negro, convenimos, está contando hoy en clave de ficción aquello que los diarios ya no cuentan tanto para no gastar demasiado en pesquisas periodísticas como para no molestar a los poderosos.

 

Hablando de esto y aquello, Meyer informó en La Central de que los elefantes no son, ni mucho menos, la especie animal más amenazada de extinción en Sudáfrica y países vecinos. Son los rinocerontes los que, al ritmo actual de matanzas, pueden desaparecer por completo de África meridional en cuestión de pocos años. La causa es que los asiáticos creen en las virtudes afrodisíacas del polvo que se extrae de sus cuernos, y como los asiáticos ahora tienen pasta, ha florecido un turbio negocio de exterminio de rinocerontes africanos para suministrar la demanda de países del Lejano Oriente.

La web en inglés de la cadena Al Yazira (aljazeera.com) acaba de publicar un reportaje estremecedor sobre este asunto. Arranca con el testimonio de Elise Daffue, una activista medioambiental, que nos traslada a la horripilante escena de un joven rinoceronte agonizando en un rincón de la selva después de que cazadores furtivos le hayan disparado a la cabeza y, aún en vida, le hayan serrado los cuernos.

 

El animal, según determinó Louis Greeff, el veterinario del equipo de rescate que dirigía Daffue, llevaba así una semana. Todos los intentos por ayudarle resultaron vanos, así que el mismo veterinario tomó su fusil y le disparó un piadoso tiro de gracia. Ocurrió el pasado febrero en el parque nacional Borakalalo, en el noroeste de Sudáfrica.

En lo que llevamos de año han sido descubiertos en parques de Sudáfrica 455 rinocerontes malheridos o muertos para arrancarles los cuernos, una cifra que ya supera los 448 del año pasado, que a su vez superaba la del anterior. El hermoso parque Kruger es escenario habitual de estas cacerías furtivas.

El polvo del cuerno de rinoceronte cuesta más que el oro en Asia, donde se le atribuyen imaginarias cualidades afrodisiacas y farmacéuticas, incluyendo la cura el cáncer. Una demanda creciente como consecuencia de la emergencia de las clases medias asiáticas ha situado su precio en 65.000 dólares el kilo.

Esta mezcla de superstición y dinero ha generado toda una industria criminal: mafias asiáticas, en particular vietnamitas, compran el producto a cazadores furtivos, que, a su vez, corrompen a los funcionarios encargados de la custodia de los parque sudafricanos para que hagan la vista gorda.

Emerge en Sudáfrica un movimiento ciudadano para combatir esta barbarie. Elise Daffue confiesa enaljazeera.com que, al principio, miraba con cierta comprensión a los cazadores de rinocerontes pensando que podía ser gente pobre de las tribus de la zona. Ahora ha llegado a la conclusión que de eso nada de nada. Estamos, dice, ante auténticos sindicatos del crimen organizado.

Una de las historias entrelazadas de Trackers, la última novela de Deon Meyer, aún no traducida al castellano, versa sobre el rescate de dos rinocerontes amenazados.

Fonte: EL PAIS

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