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domingo, 24 de maio de 2015

A vida do juiz "Piombito", o papa-hóstias aloprado que inocentou o estuprador do garoto argentino



"Piombito", el juez del escándalo




Horacio Piombo es juez desde hace 37 años y tuvo varios fallos polémicos.






El señor juez que le bajó la pena al violador de un nene porque el nene ya había sido violado tiene un profundo amor por los animales. En 1984, cuando era titular del juzgado de Instrucción N° 8 de La Plata, Horacio Piombo condenó a tres meses de prisión a Ricardo Impucieri, un jornalero de 61 años que andaba en un carro con un caballo. Le imputó el delito de "maltrato de animales" porque el carrero "trataba por medios improcedentes y sumamente rudos hacer tirar al equino un carro, siendo claro y a la vista que no estaba en condiciones de realizar este tipo de trabajo en virtud del estado de desnutrición visible".

El juez llamaba al caballo por su nombre: El Flaco Rocín. Y se ocupaba de difundir que aplicaba en el caso la Ley Sarmiento de protección a los animales, denominada así porque había sido impulsada por el prócer.

Jurisprudencia, escuela, biblioteca legal. Al doctor Piombo -Piombito, para sus viejos compañeros de la facultad, donde se recibió en el 68 con un promedio de 9,14, el mejor de su promoción- siempre le gustó hacer docencia con sus fallos. Indicar rumbos. Así se hace, alumnos. Por aquí es, doctores. Acompáñenme que les muestro.

Pero la sensibilidad es a veces selectiva. En septiembre de 1986, un centenar de agentes de varios cuerpos de la Policía Bonaerense irrumpieron en un barrio precario de San Francisco Solano y desalojaron a los ocupantes del asentamiento. Cuando lo consiguieron, saquearon las viviendas y luego las incendiaron, según denunciaron entonces el diputado Augusto Conte, un grupo de abogados y las Madres de Plaza de Mayo. En el operativo intervinieron 54 patrulleros, policías de a caballo, brigadas de infantería con perros, carros de bomberos y el personal de al menos dos comisarías de Quilmes.

El desalojo fue ordenado por el juez Piombo, quien luego explicó que la Policía le había dicho que las viviendas habían sido incendiadas por los ocupantes. Y que investigaría si eso era cierto pidiéndole un informe a "las autoridades policiales". Piombito creía ciegamente en las instituciones. Le preguntaba a la Policía si era verdad lo que había dicho la Policía.

Al año siguiente, el doctor Piombo citaba a los dirigentes de Boca Antonio Alegre y Carlos Heller por una denuncia contra el técnico del equipo, César Luis Menotti, quien según un socio de Estudiantes "sacó un arma" cuando un grupo de hinchas platenses fue a increparlo. Un caso para salir en los diarios que, sin embargo, el juez derivó "debido a la cantidad de causas" que acumulaba. Por aquellos años varias causas resonantes con policías involucrados solían repartirse entre su juzgado y el 2, a cargo de Julio Desiderio Burlando. Ambos eran profesores en la Escuela de Oficiales de la Bonaerense. Piombo, además, enseñaba en la academia de agentes penitenciarios. Su colega y amigo Julio Desiderio no era otro que el papá de Fernando Burlando, el abogado que esta semana debuta bailando por TV con Tinelli. El mundo es chico y La Plata, un pañuelo.

Ya camarista, en 1996 Piombo liberó a cuatro policías detenidos por torturar y asesinar al albañil Andrés Núñez. Y en 1998 liberó a un sargento detenido por torturar y asesinar al estudiante Miguel Bru, desaparecido en una comisaría de La Plata en plena democracia. "Con esta decisión gana la corrupción. Ahora tengo miedo por la seguridad de mi familia", dijo entonces la mamá de Bru, Rosa Schönfeld, un emblema de la lucha contra la impunidad.

Un poco antes de esos fallos benévolos para policías condenados por delitos aberrantes, el doctor Piombo llegaría a la tapa de los diarios desafiando a la ciencia. En 1996, para confirmar el sobreseimiento de los dueños de una clínica imputados por la muerte de 15 pacientes con insuficiencia renal que se contagiaron sida, afirmó, lo más campante: "No está demostrado que el HIV sea el causante del sida". Ya entonces tuvo el apoyo incondicional de su colega Benjamín Sal Llargués, el mismo que lo acompañó ahora, casi 20 años después, en la rebaja de la pena al violador del nene. Sal Llargués argumentaba: "No puede negarse que es por lo menos controvertida la versión original de que el HIV produce el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Es parte de la contracara de la historia oficial del sida".

La comunidad científica se les paró de manos. "Hay cientos de miles de científicos de todo el mundo a quienes no les cabe ninguna duda de que el HIV es el agente causante del sida", salió a cruzarlos Héctor Pérez, médico infectólogo del Hospital Fernández y de la Fundación Huésped.

Piombo siguió su marcha como si nada, hasta que fue ascendido a juez de Casación. Un miembro del Consejo de la Magistratura que lo ungió en el cargo recordó esta semana a Clarín: "Era intachable. Un académico que sin duda calificaba para el cargo. El problema es que después él y otros se fueron haciendo más zaffaronistas que Zaffaroni, y últimamente vienen volcando seguido".

-¿Qué sería últimamente?-Y... los últimos 15 años.

En 2006, él y su colega álter ego, Sal Llargués, lo hicieron de nuevo: les bajaron las condenas a Los 12 apóstoles, los presos de Sierra Chica que protagonizaron la revuelta carcelaria más sangrienta de la historia. Aquella que terminó con internos descuartizados y devorados en empanadas elaboradas en el horno del penal. Sus condenas a perpetua fueron cambiadas a 12 años y ocho meses de cárcel, y casi todos fueron liberados poco tiempo después.

Varios ex alumnos de Piombo lo definen como un profesor brillante, experto en derecho internacional. Pero también como soberbio y exigente hasta la injusticia. "En los exámenes te ponía un cronómetro y te bajaba un punto por cada minuto que te pasabas de la hora que te daba para completar todo. Y eran exámenes larguísimos...", recuerda hoy un abogado que tiene su estudio cerca de la avenida 53 donde Piombo vive, en un exquisito séptimo piso frente a la Municipalidad de La Plata, a pasos de la Plaza Moreno.

Casado en segundas nupcias, Piombo tiene un hijo llamado Horacio -igual que su padre y su abuelo- que es campeón argentino de aviones ultralivianos. Y tres hijas. Una de ellas se pasó la semana tratando de defender a su padre por Facebook. Pero la gente no tiene corazón: lo destrozaban.

El juez se cruzó a principios de la semana pasada con un abogado que dio la última materia con él.-Cuándo te vas a jubilar, Piombito, le preguntó el ex alumno.-Nunca. Sin esto me muero, contestó él. En septiembre va a cumplir 73 años.

Fue apenas tres días antes de que se juntaran 90.000 firmas para repudiarlo, lo echaran de la Universidad de Mar del Plata, suspendiera exámenes por los escraches en La Plata y prosperara el anterior pedido de juicio político, de 2011, cuando él y Sal Llargués -que esta semana tomó vacaciones repentinas- le bajaron la condena a otro violador, un pastor religioso, argumentando que las víctimas "viven en comunidades en las que el nivel social acepta mantener relaciones a edades muy bajas". Fue en una saga fatal donde también beneficiaron al asesino de una chica porque ella tuvo una actitud "casi provocativa" y, en otro fallo, liberaron al violador de una nena de 12 años. Discriminatorios, sexistas, insólitos: hay al menos una docena más de fallos así, que dan vergüenza ajena. Con victimizaciones de culpables y culpabilidad de víctimas. "Es la ley", dice el juez.La ley tiene muchas caras. También lo son los fiscales que apelan sus decisiones escandalosas.

Su querida La Plata se le está volviendo hostil a Piombito, que hace 50 años llegó de Chivilcoy para estudiar la carrera que terminó enseñando. Pero el pedestal tambalea y en estos días será difícil verlo por los sitios que frecuenta. Salvo hoy, domingo, en algún banco de la magnífica Catedral de la ciudad, a una cuadra de su casa. Nunca falta a la misa de las ocho.


Fonte: CLARIN

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