Los Jesuitas abren un Colegio Gitano
En este año 2011 se abrirá un Colegio Jesuita Rom, donde los internos pueden vivir y aprender, no solamente idiomas sino todo lo necesario para vivir una vida digna.
Los jesuitas son conscientes de que la carga más pesada que deben aguantar los Gitanos no es la pobreza, sino el ser ciudadanos de segunda, tercera o cuarta categoría, marcados por la etiqueta de “inútiles”.
Por eso el servicio jesuita prioritario entre los Gitanos es la enseñanza y la educación. El elemento más importante de este servicio es el tratar de fomentar entre los Gitanos su auto-estima, revelar la dignidad personal del ser humano.
Los Gitanos esperan que las parroquias y los curas acepten a los Gitanos con cariño. Desean ser considerados con respeto como cualquier otro cristiano bautizado. Esperan que la Iglesia sea como lo fue Jesús la voz de los humillados, de los heridos en su dignidad humana.
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Jesuitas con los Gitanos
Narrativa de József Hofher SJ, Budapest, Hungría
Un cuento húngaro narra la historia de la amistad de un joven húngaro, Dani, con un Gitano de su misma edad. El padrino del joven húngaro pregunta a los padres de Dani por qué le permiten ser amigo de Lajos, un Gitano “malo”.
Afortunadamente, nada cambia en la amistad entre los dos chicos. Una vez Dani pregunta a Krabi – abuela de Lajos – por qué los Húngaros dicen que los Gitanos son “malos”. Y la abuela Krabi no contesta nada, pero emite un mágico silbido. Y pide al chico que silbe de nuevo cuando su tío le habla de los Gitanos diciéndole que son “malos”. Durante otra visita, se oye el sonido del silbido. E inmediatamente las paredes empiezan a hablar: “¿No sabes que el abuelo de Lajos nos hizo a todos con barro?” Y después el horno, los platos, los tenedores y los cuchillos, los arreos de los caballos, el papel de empapelar … hablan. Y al final el tomate dice desde la mesa, “a nosotros nos ha crecido la madre de Lajos.” Después de esto, nadie en la familia de Dani se atrevió a decir que los Gitanos son “malos”.
Después de haber dedicado diez años de mi vida a la pastoral gitana, puedo decir que esta historia expresa la esencia y el espíritu de nuestro trabajo. El elemento más importante de este servicio es que tratamos de fomentar entre los Gitanos su auto-estima, revelar la dignidad personal del ser humano. Para los Gitanos, la carga más pesada que deben aguantar no es la pobreza, sino el ser ciudadanos de segunda, tercera o cuarta categoría, marcados por la etiqueta de “inútiles”.
Nuestro servicio prioritario entre los Gitanos es la enseñanza y la educación. Creo que hoy los Gitanos pueden afirmarse en el mundo sólo si su conocimiento es útil para el mercado. Las largas décadas de políticas educativas y de orden económico que se han vivido hasta ahora han hecho que miles y miles de Húngaros y Gitanos no tengan hoy trabajo por falta de preparación.
Por ello, estamos haciendo todo lo que está en nuestro poder para erradicar el analfabetismo puro o funcional. Solamente quien sabe leer y escribir puede vivir con dignidad en el mundo de hoy. Estamos tratando de contribuir a través de la “Escuela de Amor” que hemos fundado.
Consideramos sumamente importante entrar en contacto con grupos intelectuales para sostenerlos a la hora de tomar en sus manos el liderazgo de su gente. Durante años, hemos estado en contacto con un grupo de intelectuales gitanos. Uno de los frutos de este contacto será que en este año 2011 se abrirá un Colegio Jesuita Rom, donde los internos pueden vivir y aprender, no solamente idiomas sino todo lo necesario para vivir una vida digna.
A menudo pensamos que vivir una vida decente es un problema sólo para los Gitanos que viven en una profunda pobreza. Pero la discriminación tiene el mismo impacto sobre cada ser humano y sobre cada Gitano. Es posible ser un Gitano cultivado o un Rom con muchos diplomas, pero si en un bus lleno de gente el asiento a su lado queda vacío – y ocurre muy a menudo – esto deja heridas muy profundas.
Un joven Gitano me dijo un día que no espera que la Iglesia le ayude, en lo social, porque según él esta tarea le incumbe al Estado y al Gobierno. Pero sí que espera que las parroquias y los curas acepten a los Gitanos con cariño. Deberían ser considerados con respeto como cualquier otro cristiano bautizado. Y espera que la Iglesia sea la voz de los humillados, de los heridos en su dignidad humana, especialmente en lugares donde hasta políticos gitanos se portan como prostitutas de partidos políticos más que como representantes de su gente.
Tratamos de ser consecuentes con nuestra misión y, al igual que Dani, procuramos estar cerca de Lajos, vivir como hermanos, para que prevalezcan gestos de cercanía y de aceptación y no de rechazo.
József Hofher SJ
Budapest, Hungría
Fonte: RELIGIÓN DIGITAL
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