Dia Internacional da Mulher
(Yevamot 62-b: Talmud)
En los tiempos
bíblicos la sociedad hebrea, como muchas otras, era patriarcal. La mujer
tenía una posición subordinada al hombre; debía sujetarse a la
autoridad paterna hasta que contraía matrimonio, momento en que pasaba a
ser propiedad del esposo. Esta costumbre se encuentra ilustrada en la
Biblia en la historia de Jacob y Raquel, en la cual él tuvo que trabajar
siete años para casarse con ella.
A pesar de que la
mujer judía se veía restringida por ciertas limitantes, estaba obligada a
cumplir con mandamientos de importancia, lo que le permitía participar
en la vida comunitaria. Era considerada esencial en la transmisión de la
identidad religiosa en el medio familiar. Como raíz espiritual de la
educación, la madre es responsable de que los valores se transmitan de
generación en generación. Es por ello que es considerado judío aquel que
nace de madre judía.
La madre se
consagra a prender las velas que santifican el sábado e iluminan los
hogares judíos durante otras festividades, ya que desde el punto de
vista cabalístico la luz representa la unidad y la armonía.
En los tiempos
post-bíblicos y talmúdicos el status de la mujer judía fue mejorando. Se
le permitió tener mayores derechos sobre su propiedad privada y se
estableció el contrato matrimonial a través del cual el hombre prometía
mantener, honrar y apoyar a su esposa.
Sin embargo, el
status de la mujer permaneció virtualmente sin cambios hasta el siglo XI
e.c. cuando el rabino Gershom de Mainz, convenció a un grupo de
eminentes sabios de que se estableciera una legislación que prohibiera
al hombre ser bígamo o divorciarse sin el consentimiento de su esposa.
Esta ley significó un cambio fundamental para la vida de la mujer judía.
En 1846, en una
conferencia en Breslau, Alemania, varios rabinos reformistas otorgaron
la igualdad religiosa a la mujer, pero no fue sino hasta 1972 cuando el
Seminario Reformista del Hebrew Union College ordenó a la primera mujer
rabino; para 1984 había ya 72 de ellas.
El movimiento
conservador, a pesar de aspirar a la igualdad, no otorgó esta concesión
sino hasta 1984 en su Seminario Teológico Judío. La corriente ortodoxa
aún se niega a aceptarlo.
De acuerdo a la
tradición judía, la mujer, a diferencia del hombre, no se ve obligada a
cumplir con los preceptos religiosos que se establecen para determinadas
horas o días. El objetivo de esto es liberar a la mujer de observar
mandamientos que interfieran con sus labores en el hogar y con la
familia y especialmente en la atención a los hijos.
Como la mujer no
tenía que estar inmersa en las prácticas religiosas no necesitaba
recibir educación formal, por lo que se limitaba a escuchar las
lecciones que se impartían a los niños.
Con el paso del
tiempo, diversas autoridades religiosas sugirieron que la mujer debía
recibir instrucción ya que tiene la responsabilidad de fomentar la
educación en el hogar. Poco después de la Primera Guerra Mundial, el
judaísmo ortodoxo reconoció que la mujer debía recibir una educación
formal. Fue así como en 1917 se organizó en Cracovia, Polonia, la
primera escuela para mujeres, principio del sistema educativo femenino
conocido como Beth Yaacov, que aún existe.
Actualmente, el
papel de la mujer en el mundo ha evolucionado y ésta ha llegado a
participar activamente en distintas vertientes del quehacer humano. La
mujer judía no se ha quedado a la zaga: las feministas continúan
impulsando el cambio en una lucha constante porque las mujeres compartan
con los hombres los mismos derechos y obligaciones con el fin de
construir una mejor sociedad
Fonte: coisas judaicas
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