En el mes de abril nuestro recorrido de denuncia de los muchos males que afectan a millones de niños en el mundo, nos lleva a Camboya, el pequeño país del sudeste asiático donde la pobreza y la falta de instrucción, sumadas a una absoluta falta de escrúpulos por parte de muchos adultos y, principalmente, a la connivencia de las autoridades, condenan a miles de pequeños a situaciones que escapan a la capacidad de comprensión de la mayoría de los seres humanos.
Hoy queremos recordar la absoluta vulnerabilidad en la que transcurren los días de muchos niños de la calle, víctimas fáciles de abusos y explotación. Un abanico de esas que se llaman "enfermedades sociales", como el tráfico de personas, la explotación sexual y económica de niños, la drogadicción, la prostitución, la violencia doméstica, el incremento del VIH, el contrabando y la corrupción, hacen de muchas localidades de Camboya, lugares extremadamente peligrosos para crecer en las condiciones de armonía y salubridad a las que todo niño tiene derecho.
Una de estas localidades hostiles para el correcto desarrollo de la infancia es Poipet. Situada en el noroeste de Camboya, en la frontera con Tailandia, Poipet posee la engañosa y nada real reputación de ser un lugar que ofrece a los pobres y desesperados la posibilidad de comenzar una nueva vida. Pero la realidad es muy otra: las oportunidades para la gente con bajo o nulo nivel de educación son casi nulas. De ahí que la ciudad se haya convertido en el perfecto caldo de cultivo de todos los males sociales imaginables. Y en un lugar de pesadilla para unos 300 menores.
Estos esquemas se repiten en Neak Loeung (se ha contabilizado a 190 niños -mendigos y trabajadores- en riesgo), ciudad cercana a Phonm Pehn y también en la capital. En las tres localidades trabaja Damnok Toe, una ONG local, creada con el fin de devolver a esos niños en riesgo lo que una sociedad enferma les ha arrebatado. El objetivo principal de estos 3 centros es la prevención de abusos a la infancia, la rehabilitación de aquellos que han sido víctimas de ellos en cualquiera de sus manifestaciones y la reintegración en la sociedad, usando la formación como vía de inserción.
El proyecto pretende asegurar la atención de estos chicos y chicas de forma continuada y profesional; para ello requieren a Manos Unidas fondos para garantizar el acogimiento, la atención psicológica y sanitaria y la formación de 3.540 chicos y chicas aproximadamente.
Durante su estancia en los centros, los pequeños además de alojamiento, comida, asistencia médica y formación, reciben consejos, apoyo psicosocial y sobre todo, la atención y el soporte emocional del que han carecido prácticamente toda su vida.
Además, aprenden a vivir con sus educadores en una ambiente familiar, algo casi desconocido para muchos, y participan en las actividades diarias del hogar como la limpieza y la cocina. Los niños reciben también formación en actividades que en un futuro podrían ser fuentes generadoras de ingresos (jardinería, música, sastrería, reparación de motocicletas, peluquería o carpintería).
Pero sobre todo, estos centros les permiten recuperar la autoestima y con ella la infancia perdida y la sonrisa...
¿Qué son los niños de la calle?
Niños que trabajan en las calles como su único medio para obtener dinero
Niños que se refugian en las calles durante el día pero que a la noche regresan a alguna forma de familia
Niños que viven permanentemente en la calle sin ninguna red familiar.
¿Qué riesgos corren los niños de la calle?
Abuso
Explotación
Los más vulnerables son los que viven en las calles, ocultándose bajo puentes, en alcantarillas, en estaciones ferroviarias.
Muchos terminan muriendo en la acera, víctimas de las drogas, la rivalidad entre pandillas y las enfermedades.
Sin apoyo su expectativa de vida es terriblemente baja.
Fuente: Unesco c/ RELIGIÓN DIGITAL
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