ENTREVISTA: DESAYUNO CON... ASMA JAHANGIR
EVA LARRAURI 11/12/2010
Las visitas a los juzgados entraron en la vida de Asma
Jahangir (Lahore, 1952) mucho antes de que comenzara a ejercer de
abogada. Ni siquiera había iniciado los estudios de Derecho cuando tuvo
que ocuparse de la defensa de su padre, detenido por sus actividades
políticas en Pakistán. En un terreno dominado por los hombres, Jahangir
puso en marcha con su hermana Hina Jilani, el primer bufete dirigido por
mujeres en su país y, posteriormente, el primer centro de asistencia
legal gratuita. Comenzaron así tres décadas de trabajo en los tribunales
en casos de violación de los derechos humanos, que le han llevado hasta
la Corte Suprema paquistaní y a colaborar con Naciones Unidas. Ayer su
labor fue reconocida con el Premio Unesco-Bilbao para la Promoción de
los Derechos Humanos, que le entregó en la capital vizcaína la directora
general de la organización, Irina Bokova.
- Capital:
- Islamabad.
- Gobierno:
- República Federal.
- Población:
- 172,800,048 (est. 2008)
Pakistán
A FONDO
La letrada paquistaní ha sido premiada por su defensa de los derechos humanos
"Yo recibo el premio, pero el efecto del reconocimiento va mucho más
allá. El premio anima a otras personas a hablar de los derechos de las
mujeres y de las minorías religiosas", decía. Jahangir ganó un gran
prestigio en los años de dictadura en su país al defender a personas
procesadas bajo las leyes dictadas a la sombra de los preceptos del
islam. Como abogada y activista proderechos humanos su esfuerzo se ha
dirigido a separar la religión de la vida civil. "La religión ha sido
demasiado politizada", lamenta. "En mi país ha entrado en todas las
facetas de la vida. Hasta las reuniones de las asociaciones de abogados
comienzan con una oración. Cuando yo era una adolescente la sociedad
estaba más secularizada, pero hemos retrocedido. Ahora una persona que
no muestre su religiosidad no es bien recibida en instituciones como la
judicatura. La religión es para la vida privada, debe quedarse en casa",
repite.
Jahangir es una mujer menuda que come como un pajarito.
Media tostada con un poquito de salmón ahumado y un par de tazas de café
con sacarina constituyen su desayuno. Frugal pero nutritivo, como
acostumbra. "Como poco, pero me gusta disfrutar de las comidas y
cocinar", asegura. A los platos típicos de Pakistán ha ido sumando las
recetas que ha conocido en sus viajes por el mundo, en los 12 años que
fue relatora de Naciones Unidas sobre libertad de religión y sobre
ejecuciones extrajudiciales.
Lahangir no confía en que la juventud
impulse el cambio hacia una sociedad secularizada en Pakistán. "Han
sido adoctrinados desde la escuela", destaca. "Es muy complicado ser
agnóstico en mi país. Puedes serlo, pero no decirlo". Y critica que las
creencias religiosas ganen espacio en todo el mundo.
"Afortunadamente,
en los países con democracias firmes no tienen tanto éxito", asegura.
La solución a largo plazo pasa, en su opinión, por reconocer que los
valores básicos son los derechos humanos, no los preceptos religiosos.
"Hay que abandonar los debates teóricos y formar grupos internacionales
de activistas que unan sus fuerzas".
El largo viaje desde Pakistán
le permitió reflexionar sobre el destino de los 25.000 dólares del
Premio Unesco-Bilbao. "Hay muchas necesidades en mi país, pero pienso
destinar el dinero a una o dos familias que pueda ver cómo mejoran",
adelanta.
Fonte: EL PAÍS (España)
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