Un estudio relaciona las emisiones de los coches con enfermedades circulatorias
ELENA G. SEVILLANO - Madrid - 05/01/2011
Ni se ven, ni se huelen, ni se tocan. Pero las partículas
PM2,5 están en el aire que se respira en Madrid y son muy dañinas,
incluso más de lo que se pensaba hasta ahora. Un estudio recién
publicado relaciona los niveles altos de contaminación por estas
diminutas partículas en suspensión (llamadas PM2,5 porque miden menos de
2,5 micras de diámetro) que generan los motores diésel con la
mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio.
Los autores -T. Maté, del hospital Clínico de Valladolid; R. Guaita,
del Doctor Peset de Valencia; M. Pichiule, de La Princesa en Madrid y C.
Linares y J. Díaz, del Instituto de Salud Carlos III-
demuestran mediante un análisis estadístico que se producen más muertes
por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus cuando la contaminación
es más alta. Y su conclusión es clara: reducir los niveles de PM 2,5
en la capital es "una necesidad acuciante".Las partículas de menos de
2,5 micras tienen, a diferencia de las más grandes (las PM10), un origen
antropogénico. Es decir, que las producen los tubos de escape de los
vehículos que circulan a diario por la capital. En concreto, los motores
diésel, que emiten hasta seis veces más partículas que los de gasolina.
Muchas ciudades ni siquiera miden las concentraciones de PM2,5. Por eso
apenas hay trabajos que las relacionen con sus efectos sobre la salud.
Este, publicado en la revista bimensual Science of the Total Environment
en noviembre pasado, es el primero que estudia cómo afecta la
contaminación por estas partículas a la mortalidad a corto plazo por
enfermedades circulatorias en una ciudad española.
Los autores
tomaron los datos de contaminación de la red de 27 estaciones de
medición del Ayuntamiento de Madrid entre el 1 de enero de 2003 y el 31
de diciembre de 2005. Y para el mismo periodo contabilizaron las muertes
diarias por causas circulatorias (20.445). Además de la causa general,
observaron tres específicas: infarto agudo de miocardio, otras
cardiopatías isquémicas y enfermedades cerebrovasculares. Lo que
encontraron fue una "relación lineal positiva", es decir, a más
contaminación, más muertes a corto plazo. Los gráficos muestran que el
umbral a partir del cual la mortalidad se dispara es de 25 microgramos
por metro cúbico, precisamente la concentración máxima diaria de PM2,5
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar.
Los
datos de contaminación que recoge el estudio muestran un mínimo diario
de cinco microgramos y un máximo de 71, con una media de 19,16. "Lo que
indica que en la ciudad de Madrid la media anual recomendada por la OMS
(10 microgramos/m3 ) prácticamente se dobló", aseguran los autores. Y
subrayan también que el límite máximo diario de 25 microgramos que marca
la OMS se superó
en uno de cada cinco días. Sin embargo, tal y como ellos mismos
recuerdan, la capital cumple con la normativa europea (la directiva
2008/50/EC). "En nuestra opinión, una ley muy permisiva", aseguran.
Las
partículas en suspensión tan pequeñas tienen gran capacidad de
penetración en las vías respiratorias. La Sociedad Española de
Cardiología (SEC) ha alertado de los perjuicios que ocasiona la
contaminación en la salud cardiovascular. La inhalación de gases
contaminantes "favorece la coagulabilidad de la sangre", explica José
Antonio Barrabés, presidente de la Sección de Cardiopatía Isquémica y
Unidades Coronarias de la SEC, lo que "aumenta el riesgo de padecer
accidentes coronarios como el infarto de miocardio". Y afecta
especialmente a las arterias, ya que "reduce su capacidad
vasodilatadora". Las grasas se acumulan en las arterias, que se
engrosan, lo que puede desembocar en una arteriosclerosis. Un estudio
desarrollado en el Centro de Investigación de Epidemiología Ambiental
(Creal) de Barcelona concluyó que las personas que habitan en lugares
próximos a una carretera muy transitada "sufren un deterioro de las
arterias el doble de rápido de las que viven en zonas menos
contaminadas", según la SEC.
"La contaminación es un factor de
riesgo cardiovascular muy importante", coincide Antonio Gil Núñez,
miembro del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología
(SEN). Las partículas que se inhalan, explica, provocan inflamación, lo
que incrementa el riesgo de enfermedades vasculares. "Aumenta la
propensión a que se produzcan trombosis", añade. "Lo más importante es
que se puede prevenir. Las autoridades deben saber que si mejora la
calidad del aire tendremos menos muertes", concluye.
El estudio
también realiza un análisis estadístico para determinar en qué momento
el aumento de la contaminación se refleja en la mortalidad. Para todas
las enfermedades circulatorias detecta picos en el segundo y el sexto
día tras un episodio de contaminación alta. En el caso del infarto agudo
de miocardio es en el sexto día. "Los mecanismos por los que la
polución puede causar los eventos cardiovasculares (liberación de
factores proinflamatorios y protrombóticos a la sangre e
inestabilización subsiguiente de las lesiones aterosclerosas) pueden
tardar un tiempo", explica Barrabés. Y añade otras explicaciones
posibles: "Con frecuencia la oclusión total de una arteria y el infarto
subsiguiente no es inmediato cuando se inicia la trombosis coronaria
sino que pueden pasar unos días. Además, el estudio no mira incidencia
de infarto sino mortalidad, y aunque muchos pacientes que mueren por
infarto lo hacen en las primeras horas, otros muchos lo hacen en los
días siguientes".
El estudio confirma, según sus autores, que las
partículas PM2,5 reflejan los efectos de la contaminación mejor que las
PM10, y carga contra la directiva europea de calidad del aire. Los
máximos que permite "son simplemente inaceptables desde el punto de
vista de la salud pública", asegura. Es evidente, añade, que no se
pueden reducir a cero las concentraciones de PM2,5 ni en Madrid ni en
otra gran ciudad, pero "es necesario hacer un esfuerzo decidido para
reducir esos niveles en aras de nuestro activo colectivo más preciado,
la salud".
Fonte: EL PAÍS (España)
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