No es verdad
JUAN G. BEDOYA 07/11/2010
Solo desde una ignorancia irresponsable puede afirmarse que
en España se practica hoy un "laicismo agresivo", o que existe una
clerofobia tan radical como la que se desató en la Segunda República,
entre 1931 y 1936, y en los primeros meses de la guerra incivil
provocada por un golpe militar apoyado por la jerarquía católica. ¿Quién
informa al Papa? Lo dicho ayer por Benedicto XVI antes de poner pie en
tierra española es una impertinencia impropia de un hombre sabio.
También es diplomacia hostil frente a un Estado que sigue tratando a
cuerpo de rey a la Iglesia romana en España, pese a proclamarse
aconfesional y laico en la Constitución de 1978.
No es posible achacar la declaración de Benedicto XVI a un desliz. El
Papa lanzó esa execración en un encuentro que ya es protocolario en los
viajes del Pontífice romano, cuando se reúne con los periodistas que
vienen en el mismo avión para responder a preguntas pactadas.
Se supone, por tanto, que Benedicto XVI cree que, efectivamente, los actuales gobernantes son unos comecuras,
como suele decir la extrema derecha, y que España vive sumida en el
clericalismo desordenado que en el pasado asesinó a clérigos y quemó
Iglesias (enfrente, otros españoles, igualmente criminales, ejercían la
misma violencia en nombre de una belicosa Iglesia que se decía
perseguida).
La realidad es hoy tan clamorosamente distinta que
hasta el Papa debe saberlo. Pocos Gobiernos han tratado mejor que éste a
la Iglesia romana, desde la muerte de Franco y la cancelación del
repugnante nacionalcatolicismo que sirvió de sostén durante décadas al
brutal dictador. La España del siglo XXI no ha cancelado ni uno solo de
los privilegios eclesiásticos, entre otros una situación de paraíso
fiscal absoluto, con la excepción del IVA. Peor: solo el Gobierno
Zapatero ha cedido a una demanda episcopal desoída por los presidentes
que le precedieron, fuesen de derechas, de centro o de la izquierda.
Después de años de fracaso del mal llamado impuesto religioso (la
idea de que cada religión se financie con donaciones de los fieles), el
Ejecutivo socialista elevó en 2007 a definitivo el generoso sistema de
financiación pública a la Iglesia católica, e incluso incrementó un 34%
la cuota del IRPF que Hacienda entrega a los obispos por las
declaraciones de los fieles que lo deseen.
El resumen es
confesional: el Estado financia actividades católicas con no menos de
6.000 millones de euros cada año (colegios, clases de religión,
capellanías, reconstrucción de templos, salarios de obispos...). ¿Es eso
laicismo agresivo, o anticlericalismo amenazador? Haría bien el Papa si
pregunta a sus pastores por qué el pueblo no les hace caso, salvo una
minoría, y sobre las causas de la creciente descristianización.
Fonte: EL PAÍS (España)
Fonte: EL PAÍS (España)
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